Un estudio realizado por científicos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Laboratorio Nacional de Berkeley concluye que almacenar CO2 en acuíferos salinos profundos no generaría un peligro de terremotos inducidos, como sí ocurrió en el Delta del Ebro con el almacenamiento geológico de gas. Pero, ¿qué consecuencias traería para el medio ambiente?
Hace unos meses la opinión pública saltaba como un resorte al conocer que los microterremotos que estaban sufriendo las poblaciones costeras de Castellón se debían al proyecto Castor, un yacimiento vacío de petróleo donde se estaba inyectando gas para su almacenamiento. Pero, según el CSIC, almacenar CO2 en acuíferos no induciría a terremotos como hace el gas. La investigación la han llevado a cabo Jesús Carrera, científico del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios Del Agua (IDAEA), y Víctor Vilarrasa, del Lawrence Berkeley National Laboratory (EEUU).
Pero ¿por qué se querría almacenar CO2? Según ha explicado Carrera, ésta sería una de las estrategias de lucha contra el cambio climático, el almacenamiento geológico del CO2 en acuíferos salinos profundos.
“El problema del CO2 es que el principal gas efecto invernadero”, explica a EnergyNews Carlos Bravo, presidente de la Asociación medioambiental Salvia, “pero quitar el CO2 de las centrales térmicas para meterlo en acuíferos es una solución de final de tubería porque nadie garantiza que pueda liberarse”.
Sismicidad inducida improbable
Según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos han estudiado la dinámica de las presiones en los acuíferos salinos para almacenar CO2 y han calculado cómo cambian las propiedades de las rocas sello arcillosas, para concluir que, si se cumplen unos criterios, «el peligro de sismicidad inducida es improbable».
Esta opción, sin embargo, no está exenta de controversia, porque preocupa el posible riesgo sísmico derivado de la presión que pueda ejercer el CO2, y el consiguiente riesgo de que se escapen las grandes cantidades de este gas almacenado de efecto invernadero.
Los dos científicos han concluido en su trabajo que este riesgo es improbable «si se sigue una serie muy estricta de criterios, entre los cuales están el evitar las zonas sísmicamente activas». Según Carrera, la roca sedimentaria, en la que se propone ubicar los depósitos de CO2, es más blanda y moldeable y, frente al cambio de presión, tiene tendencia a plegarse.
Sin embargo, según Bravo, “toda la costa mediterránea es una zona complicada de fallas que están interconectadas entre sí, y aunque el dióxido de carbono es un gas muy ligero frente a un hidrocarburo tan pesado como es el gas natural, si se inyecta con poca presión en el acuífero hay más posibilidades de que se escape pero a mayor presión es más probable que provoque un terremoto”.
Una opinión que comparten los científicos del CSIC, quienes aseguran que la dinámica de las presiones durante la inyección del dióxido de carbono sugiere que el estado menos estable es al principio de la inyección, y que la sobrepresión decrece con el tiempo, a medida que el dióxido de carbono se disuelve en la salmuera, pero en el caso de que la sobrepresión activara las fallas, el alto contenido de arcilla que llevarían las capas de sellado, haría que las fracturas se volvieran a cerrar, según los científicos.
Seleccionar los acuíferos
«Si los depósitos de dióxido de carbono son adecuadamente seleccionados, y gestionados, la sismicidad inducida es improbable», ha reiterado Jesús Carrera, quien defiende que «la opción de almacenar el CO2 es viable para reducir el efecto invernadero hasta que las energías renovables puedan sustituir a los combustibles fósiles en la producción masiva de energía».
“Otro de los aspectos que se tendría que considerar es la alteración de la composición del acuífero», explica Bravo, «al mezclar el dióxido de carbono con las sales existentes se formarían nuevos carbonatos, unos residuos que no tendrían ninguna utilidad y además provocarían cambios en el medio ambiente porque no hay que olvidar que en la naturaleza todo esta relacionado”.
“La industria de los combustibles fósiles se dedica a buscar alternativas para esconder el CO2 que generan las centrales térmicas pero la alternativa es mucho mejor, más barata y posible: reforestación, eficiencia energética y renovables”, concluye Bravo.
Carlos Sánchez Criado
Publicista por la Universidad Complutense. Director comercial de publicaciones técnicas del sector de la energía durante doce años. Director de Energy News Events, S.L. desde 2012 difundiendo información en Energynews.es, movilidadelectrica.com e hidrogeno-verde.es. Y por supuesto, organizando eventos como VEM, la Feria del Vehículo Eléctrico de Madrid.