Por Carlos Albero, GL Garrad Hassan
Desde mediados de la década de los noventa, el mercado español ha presenciado el surgimiento de nuevas tecnologías en la generación eléctrica a gran escala: Eólica, solar tanto fotovoltaica como térmica, biomasa procedente de distintas fuentes, y en mucha menor medida maremotrices y geotérmicas. Desde los distintos sectores se ha trabajado muy duro, tanto en la creación de sectores industriales productivos y de servicios completamente nuevos en el caso de la eólica y solar, como sectores de ingeniería o electrónica sin parangón mundial para permitir una interacción entre los proyectos de renovables y la red eléctrica y que éstas aporten estabilidad al sistema.
Este conocimiento se ha utilizado para internacionalizar estas actividades, y es difícil (por no decir imposible) el viajar a Norte o Latinoamérica, Asia y Oceanía y no encontrar a un promotor, utility, ingeniería o consultoría española radicada en el país de destino. Igualmente, gobiernos de otros países, como el caso de la República Dominicana, se han mirado en el marco regulatorio español para dar forma a su apoyo a las energías renovables.
En la actualidad, y en uno de los sectores que más ha florecido en los últimos años, hemos sufrido el revés de la crisis. Si, como nos repiten, las crisis no son otra cosa que oportunidades, ésta debe de servir no solo al sector, sino también a las entidades que lo regulan, como una lección muy dura que aprender y que mejorar para el futuro.
Una de las maneras de afrontarlo es volviendo a los principios básicos de la regulación de los sistemas de generación y transporte de energía eléctrica: Seguridad, continuidad de suministro y eficiencia.
La seguridad del sistema eléctrico español se demuestra día a día, con una capacidad de integrar hasta el 64% de la energía del mix procedente de energías renovables. Esta gestión de la red ha permitido la integración de la energía eólica con índices de penetración a gran escala, y ha convertido al mercado nacional en una referencia de la gestión de esta clase de fuentes. La continuidad de suministro ha sido mejorada a lo largo de los años, con la evolución principalmente de los aerogeneradores que, debido a su amplia penetración y a los antiguos modelos, podían poner en riesgo el sistema en determinadas situaciones. Esto se ha evitado con la adaptación de esos modelos y el desarrollo de nuevos más flexibles en su interacción con la red. Los nuevos procedimientos operativos, en estudio a día de hoy, darán una mayor estabilidad al sistema facilitando nueva penetración renovable.
Posiblemente, sea en eficiencia donde tengamos un margen más amplio de mejora. En la regulación de los sectores renovables no se ha tenido en cuenta este parámetro. Es relevante señalar que los recursos de las energías renovables se encuentran localizados en determinados lugares, y que son más abundantes en ciertas áreas que en otras. Estos lugares se han ido identificando a lo largo de la evolución de la historia renovable. La importancia de estas localizaciones se debe a que es donde las energías renovables aportan el máximo rendimiento al sistema, proporcionando un suministro más continuo, y diluyendo los costes de la inversión en una generación energética mayor. Así, en un sector soportado por el conjunto de actores del escenario eléctrico, desde los consumidores hasta los generadores, se debería de buscar la eficiencia del sistema, de forma que además de contribuir a la vertebración del territorio, a la optimización de los recursos locales, a evitar la importación de combustibles, y la emisión de CO2, generase energía limpia al coste más competitivo posible para el sistema.
Se han desarrollado técnicas que permiten la evaluación de los proyectos con precisión, y en un escenario como el actual, donde el coste es fundamental, los análisis de escenarios futuros hacen que las energías renovables sean competitivas con las fuentes convencionales. Adicionalmente, la estabilidad de precio en el largo plazo que las energías renovables aportan a los consumidores de energía, frente a la incertidumbre del precio los combustibles fósiles, añade un nuevo valor en muchos mercados emergentes para los grandes consumidores o gestores de distintas fuentes de generación.
En tiempos de crisis (o de oportunidades), la racionalidad técnico económica se impone, y para adaptarnos a ella, deberemos de dar un nuevo paso adelante, cambiar nuestra perspectiva, y optimizar nuestros recursos al máximo. Dada la evolución que ha seguido el sector, con un increíble dinamismo y una altísima capacidad de adaptación a escenarios cambiantes, no cabe la menor duda de que retomaremos la senda del éxito para el beneficio de la sociedad en su conjunto.