Hoy los jefes de Estado, presidentes y representantes de todo el mundo se reúnen en París para inaugurar la Cumbre Internacional del Clima. La llamada COP21 debe finalizar el 11 de diciembre con un nuevo tratado internacional sobre cambio climático que dé continuidad al protocolo de Kioto y responda a un objetivo: asegurar que la temperatura del planeta no llegue a subir 2ºC.
Durante este año hemos visto y oído importantes declaraciones y se han firmado acuerdos entre países que marcan cambios positivos en las políticas energéticas, algunos ejemplos recientes de ello nos llevan hasta Canadá, Reino Unido, Austria o Alemania:
Canadá
La gobernadora de la provincia de Alberta (Canadá), Rachel Notley, ha hecho público un ambicioso plan para frenar el calentamiento global. Entre las medidas que anunció el pasado domingo, está la de erradicar el uso del carbón para generación eléctrica en 2030, haciendo que dos terceras partes provenga de energías renovables. Pero la medida más importante es que se fija un límite máximo de la cantidad de petróleo de arenas bituminosas que pueden extraerse, por cuestiones climáticas.
Reino Unido, Alemania y Austria
Mientras que Reino Unido, Alemania y Austria han anunciado en estas últimas semanas el cierre planificado de todas las centrales térmicas de carbón, me pregunto cuánto más va a tardar el Gobierno español en reaccionar y en trabajar para un cierre justo, pero urgente de las térmicas de carbón en nuestro país.
Nueva York
Sin duda podemos decir que ya se está produciendo un cambio que va más allá, con noticias como la de que el Fiscal General de Nueva York ha puesto en marcha una investigación sobre el gigante petrolero Exxon Mobil por negar y ocultar datos sobre el cambio climático. Desde mi punto de vista, esto sólo puede ser el comienzo de un proceso en el que prime la seguridad, la salud y el derecho internacional a un medioambiente saludable.
Otro dato incuestionable es que la revolución energética ya está en marcha, pues la producción de energías renovables ha crecido en todo el mundo, mientras que la economía ha seguido creciendo. En 2014 las energías renovables contribuyeron con el 60% de la nueva producción de energía en todo el mundo. En algunos países la cuota fue incluso mayor.
Ahora es necesario que todas estas declaraciones y el cambio que ya estamos viendo se reflejen en el nuevo Tratado de París y que sea de obligado cumplimiento para todos los países, pues todos coincidimos en que el bienestar y la seguridad de las personas dependerá de las políticas energéticas que adopte cada país.
De modo que si el Acuerdo de París quiere marcar la diferencia, tiene que reflejar claramente el principio del fin de la era de los combustibles fósiles y dar una señal clara y convincente a los inversores de que a partir de ahora, cualquier inversión que produzca grandes emisiones de CO2 es una inversión de alto riesgo. Para ello es imprescindible que EEUU, China y Europa lleven su más alto nivel de ambición a París y más allá.
Mientras se producen las negociaciones climáticas oficiales y algunos cambios esperanzadores, vemos a la sociedad más unida que nunca movilizándose y demandando cambios políticos que aseguren una actuación urgente frente al cambio climático.
Ahora más que nunca debemos salir a la calle a luchar por el planeta que queremos, porque para cambiar las cosas se nos necesita a todos y todas.
Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace