Hoy finaliza la cumbre que reúne en Bruselas a los veintiocho jefes de Estado y de Gobierno de la UE para decidir los objetivos de la política energética 2030. Prácticamente todos aprobarán la reducción de emisiones de carbono en un 40%, pero no hay acuerdo a las vías de solución a la crisis con Rusia. Además, los países del Este no ven viable el desarrollo de las renovables.
La Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, ha establecido tres objetivos para 2030: reducir las emisiones en un 40%, que al menos el 27% de la energía que se utilice en 2030 sea renovable y que el ahorro mediante la eficiencia energética sea de un 30%. Los líderes europeos coinciden que hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% respecto a las de 1990 pero no cómo compartir los costes de esta reducción.
Lo que se acuerde aquí tiene una gran transcendencia, porque marcará el ritmo de un posible pacto mundial en la Cumbre del Clima de París del próximo año con el resto de las potencias industriales de Asia, América del Norte y el resto del mundo.
Como anfitrión de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas del próximo año, el presidente francés, Francois Hollande dijo que Europa tenía que tomar la iniciativa: “Si no hay un acuerdo en Bruselas entre los países que están más avanzados en este tema, ¿cómo vamos a convencer a los chinos, a los estadounidenses o a los países más pobres?”. La canciller alemana, Angela Merkel, por su parte, fue más cauta: “No puedo decir si habrá un acuerdo hoy”, aseguró ayer, jueves, “no creo que las conversaciones vayan a ser fáciles, también tenemos que estudiar nuestra competitividad internacional.”
Situación actual
A día de hoy, las emisiones de CO2 de la UE son casi un 20% por debajo de los niveles de 1990, en gran parte por el colapso de las industrias contaminantes de los estados del Este tras la caída del comunismo hace 25 años.
Después de seis años de crisis económica, muchos países miembros dicen que sus presupuestos nacionales tendrán dificultades para cubrir el coste de los objetivos más ambiciosos y los líderes se preocupan por la reacción de los votantes con estas decisiones.
Aceptación del 40% vinculante
Existe una amplia aceptación de un objetivo general vinculante de la UE para reducir las emisiones de carbono en un 40% para 2030 respecto a las de 1990.
Conflicto ruso-ucraniano
El conflicto entre Ucrania y Rusia, el mayor proveedor de energía de la UE, ha centrado las conversaciones entre los líderes europeos que ven necesaria la reducción de su dependencia de los combustibles fósiles importados, aumentando el uso de energías renovables y el uso de fuentes internas.
Países del Este
Todavía queda por discutir sobre cómo, y si se ayuda, a los estados más pobres del Este europeo, según fuentes diplomáticas, para que puedan cumplir con los compromisos.
Conflicto de intereses
Los líderes políticos europeos aseguran que tratan de establecer un equilibrio entre los intereses de las grandes corporaciones empresariales y los de la industria, las empresas innovadoras y los defensores del medio ambiente, que, como ya os contábamos, dicen que los objetivos iniciales carecen de ambición y guillotinan el sector de las tecnologías renovables de Europa nada más nacer.
Por ejemplo, la mayor compañía siderúrgica del mundo, ArcelorMittal, asegura que los planes de la UE conseguirán que este sector europeo deje de ser competitivo y en el otro lado, está la postura de empresas como Acciona y Unilever, que quieren un ambicioso conjunto de objetivos de 2030 para fomentar la inversión de la UE.
Problemática país por país
La nueva ministra de Energía polaca, Ewa Kopacz, asiste a su primera Cumbre de la UE y ya ha declarado que teme las consecuencias políticas que podría suponer cerrar las minas un año antes de las elecciones en su país.
Su homólogo británico, David Cameron, quiere mantener abierta la opción de las centrales nucleares y dice que si hay oposición en el resto de países impulsará la corriente de los euroescépticos para dejar la UE en su país.
Portugal y España, por su parte, están dispuestos a exportar energía y han presionado para que Francia acepte más interconexiones por los Pirineos y así dejar de ser una isla energética, pero el país galo asegura que la infraestructura es muy difícil y costosa.
Dinamarca apuesta por aumentar el coeficiente de eficiencia energética porque reducirá la dependencia de Rusia, pero otros países señalan el coste de su implementación, como Gran Bretaña que se opone a ello y en todo caso, apuesta por aplicarlo a la UE en su conjunto, no a los distintos países.