Ayer por la tarde durante la mesa de debate que la AEE preparó a sus cuatro expresidentes, José Galíndez, Fernando Ferrando, Juan Carlos Martínez Amago, y José Donoso, se incidió sobre la necesidad de un marco regulatorio urgente para salvaguardar todo el desarrollo de la actividad eólica en España, y se instó al Gobierno al diálogo y la colaboración.
Dentro de esta urgencia, Fernando Ferrando puso el dedo en la llaga al afirmar que existe un conflicto de intereses entre algunos socios de la Asociación. Y es que efectivamente como todo el mundo sabe, las grandes empresas eléctricas tienen intereses en la eólica no solo como distribuidores, sino como promotores de proyectos.
En la sesión matinal, representantes de algunas de ellas pidieron claridad al Gobierno en su política y solicitaron que se definiera el mix energético para los próximos años. Desde luego no fue un discurso encendido ni apocalíptico de la situación. A las grandes empresas les afecta, nadie lo puede negar, la situación creada con la moratoria. Pero tienen otros negocios dentro de la generación de energía, y tienen recursos para internacionalizarse.
Sin embargo, la industria auxiliar eólica está condenada a la desaparición si esto no da un giro rápidamente. Los recursos humanos, que han tardado años en formarse, se están yendo a otros países que les reclaman. Y en este marco, Ferrando sugirió ayer la refundación de la AEE, ya que según sus palabras, no tiene sentido que algunos socios defiendan intereses distintos dentro de una misma asociación. El debate está abierto. Ahora son los socios los que deben decidir si prescinden de los máximos accionistas o se aprovechan de su fuerza negociadora.